Como hemos comentado en el post anterior en la edad media se usaban las torturas más espeluznantes que te puedes imaginar.
La Horquilla del Hereje.
Consta de un tridente con cuatro puntas afiladas que se clavaban bajo la barbilla y en el esternón.
Los torturados no podían pronunciar casi ni una palabra y de las pocas que lograban decir entre susurros los que lo padecieron estaba el abiuro1
Negar falsamente (que se sabe algo) bajo juramento.1
2
Negar, repudiar (una obligación o un deber).1 con el que renegaban de sus creencias.
Negar falsamente (que se sabe algo) bajo juramento.1
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Negar, repudiar (una obligación o un deber).1 con el que renegaban de sus creencias.
Fue muy utilizado en cárceles y mazmorras como penitencia hacia los prisioneros más díscolos.
El castigo de las chismosas
La máscara de tortura o brida de la amonestación era ilegal, pero fue un instrumento de tortura utilizado para humillar públicamente a miles de (sobre todo) mujeres por ser consideradas groseras, problemáticas o que simplemente hablaban demasiado. Ideada por los presbíteros escoceses en el siglo XVI, a veces llegaba a contener unas bridas e incluso hierros punzantes que se introducían en la boca de la castigada para mortificarla por su supuesta verborrea, llegando a causarle graves heridas en la boca y la lengua.
La condenada debía llevar la máscara continuamente durante el tiempo que el juez o el párroco estimaran necesario para cumplir su pena.
En muchas ocasiones era el propio marido quien le colocaba la máscara a su esposa, para así evitar que siguiera actuando de manera desobediente e inconformista, bajo la máxima «La mujer calla en presencia del macho».
Ni qué decir tiene que la Inquisición hizo buen uso de este método de tortura en mujeres acusadas de disidencia o brujería hasta que fue definitivamente abolida en España de derecho por el decreto firmado por la Regenta María Cristina el 15 de julio de 1834.
El toro de Falaris
Los ajusticiados se introducían en el interior de una estatua de cobre hueca con forma de toro. La estatua se colocaba encima de una hoguera, con lo que la temperatura del interior aumentaba como en un horno. Los alaridos y los gritos de las víctimas salían por la boca del toro, haciendo parecer que la figura mugía.
La leyenda cuenta que su diseñador, Perilo, murió al ser introducido en su propia creación por los subordinados de Fálaris cuando le presentó el instrumento. En realidad, antes de que muriera, Fálaris ordenó sacar a Perilo del interior del toro para que no profanara su obra y dispuso que muriera al ser arrojado por un precipicio
El agua
Se tapaban las fosas nasales del reo y, después, se le introducía una especie de embudo en la boca por donde se le hacían ingerir grandes cantidades de agua.
Además de la horrible sensación de ahogamiento (muchas víctimas se quedaban inconscientes durante el proceso), el desgraciado solía morir por ruptura del estómago. Después, la tortura se fue perfeccionando y en lugar de utilizar un embudo se introducía un trapo de lino en la garganta del pobre infeliz, lo que alargaba el tormento.
El aplasta pulgares
El aplastamiento de los nudillos, falanges y uñas, era una de las torturas mas usadas.
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